El “ser hombre” o “ser mujer” son características asignadas
y que se desarrollan a medida que crecemos y nos vamos desenvolviendo
socialmente como humanos siendo esto una construcción cultural llamada género,
por tanto la sociedad atribuye a los hombres y a las mujeres conductas, formas
de ser y roles opuestos por el sexismo.
A causa de la cultura machista los hombres están sujetos a
una presión social para que respondan a “un modelo social tradicional”, la masculinidad
hegemónica.
A partir de ella se les obliga y exige que sean racionales,
activos, fuertes, firmes, decididos, rápidos, autoritarios, agresivos,
temerarios, poderosos, promiscuos, y por sobre todo a no llorar.
Y por el no expresar emociones que para el típico machista
son débiles porque son “afeminadas”, los hombres pagan un alto costo emocional;
pues reprimen sus sentimientos, se lastiman a sí mismos, lastiman a otras
personas (en especial mujeres, sin dejar a un lado niñas y niños) tratándolas
con violencia y siendo agresivos.
Ejecutar esta masculinidad es riesgoso ya que da pie a
diversos problemas emocionales y físicos.
Más allá de esta obligación, como seres humanos que son ¿No
tienen derecho a expresar sus momentos de indecisión, debilidad, inactividad,
afecto y sensibilidad sin ser objeto de burla? ¿Por qué tienen que buscar en
todo momento el “demostrar” una virilidad absurda que busca defender “el honor”
para que otras personas los respeten?
A sabiendas de las respuestas a estas interrogantes podemos entender que
Los hombres también pueden estar en pro de la igualdad de género y de sexos así
como las mujeres, no hace falta ser anti-hombres para ser pro-mujer.
Los hombres pueden ser amables, cariñosos, expresar y comunicar
sus sentimientos de afecto, tristeza, etc., pueden aprender a escuchar y tener
empatía por los sentimientos ajenos.
También pueden
compartir el trabajo doméstico y del hogar. Pueden comprometerse a llevar una
vida afectiva y sexual responsable, no sólo es tarea de mujeres.
Pueden ser respetuosos entre ellos mismos y con las demás
personas, por lo tanto pueden ser capaces de reconocer y respetar las
diferencias sexuales, edad, discapacidad, etc.
Los hombres pueden asumir su paternidad cuidando,
manteniendo y criando a los niños y a las niñas al igual que las mujeres asumen
su maternidad. Pueden discutir qué significa ser hombres, reflexionar sobre el
género, paternidades, sexualidades, el machismo, la homofobia, el sexismo,
buscar apoyo en amistades, etc.
Y por sobre todas las cosas los hombres también pueden
llorar.
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